No es la crónica de un mundo... es la historia de muchos.

lunes, 11 de julio de 2011

LA GLORIA AL ROJO VIVO

            Hoy hace un año que aprendimos algo, y lo hicimos todos juntos. Los sueños se pueden conseguir.

            Nos lo enseñaron, por supuesto, los chicos de la Roja, y es que hoy, 11 de Julio, hace un año que la Selección nos trajo la Copa del Mundo a casa. Hoy es el día de recordar, y seguramente en televisión tengamos un día lleno de reportajes y documentales que nos llevarán de vuelta a esos días, que nos harán recordar el gol de Iniesta (¡¡Inieeeeesta de mi vida!!... como si alguien fuera a olvidarlo), el penalti que Iker paró a Paraguay; el gol de cabeza de Puyol; o la patada que nos hizo gemir a todos pero que recibió Xabi Alonso.



            Y la mejor forma de recordar y homenajear aquellos días en el Iconocronos es comentar uno de los libros que compré en la pasada Feria del Libro: La Gloria al Rojo Vivo.  En él, además de una completa galería fotográfica que nos trae a la memoria esos grandes momentos, el periodista Manuel Juliá, que tuvo el detalle de dedicarme el libro, y que normalmente colabora como columnista en Marca, nos detalla y nos recuerda la Gesta (así, con mayúscula), del mejor modo posible. Y es que Juliá publica con este título una especie de diario que llevó durante los días del Mundial, con lo que podemos revivir con él y a través de sus experiencias, aquellos días en los que todos compartimos un sueño. La prosa de Juliá, quizá algo espesa aunque dinámica, resalta por un carácter evocador, que te invita a recordar “¿dónde estaba yo?”. Así, mientras lo leía, he revivido mis propios grandes momentos en el Mundial. El partido contra Suiza, esa primera (y única) decepción que pude ver porque tengo unos jefes que no me los merezco y nos dejaron a mi compañero y a mi ver el partido en un ordenador en la sala de formación. Los partidos contra Chile, Honduras y Alemania, con Santi en diferentes bares cercanos a mi lugar de trabajo, ya que no me daba tiempo a volver a Alcalá para verlo, así que… la montaña venía a Mahoma. El partido contra Portugal, que escuché en gran parte por la radio; y el partido contra Paraguay, que vi en casa, con mis padres mientras Santi y yo nos llamábamos y mandábamos mensajes con cada jugada importante (todavía tengo guardada la conversación en el móvil) porque él estaba cenando en un restaurante y no tenían puesto el partido. Y por supuesto, esa inmensa, indescriptible, inenarrable y ensoñadora final, en casa de Roberto, él, Santi y yo, con más cerveza que vergüenza y que acabó envueltos en la bandera de España y en remojo en una fuente. Y aquel momento brillante de llegar al trabajo el día después, con la resaca de la celebración, abrir la puerta y encontrar a todo el mundo reunido (llegaba una coordinadora nueva), y escuchar el aplauso de mis agentes, esa sensación compartida de “Lo hemos hecho”.

            Y es que sólo el fútbol consigue esto, la sensación de trabajo compartido, de que todos seamos uno, aunque son once los que nos representan, los que juegan y luchan por todos nosotros. Y sólo con el mundial puedes arrancar una estrella del cielo y decir “esta es mía”. Ahora, nuestros chicos, nuestra Roja, la llevan sobre el corazón de sus camisetas, y todos nosotros la llevamos en el orgullo y en el recuerdo.

            Un libro breve, fácil de leer… y sobre todo, adecuado para recordar. Para volver a esos días y a nuestros propios recuerdos. Un libro para guardar y releer dentro de tres años, cuando tengamos nuestra segunda estrella.

2 comentarios:

Er-Murazor dijo...

Yo sin embargo el "Inieeeeesta de mi vida!!!" ese que todo el mundo asocia con el gol lo oí bastante después. Yo tenía puesta la radio, Onda Cero como siempre, y para mi la sintonía del gol es "¡¡¡Serás eterno, Iniesta!!! ¡¡¡Serás inmortal, Iniesta!!!" del gran Alfredo Martínez.

Hay por ahí un vídeo de trutube e incluso creo recordar algún post de un blog (desde luego, hay gente friki por ahí suelta) comparando las diversas retransmisiones del gol, y será porque fue la primera que yo oí, pero me sigo quedando con la de Onda Cero.

Tomás Sendarrubias dijo...

Yo, fijate, el Iniesta de mi vida lo oí el día después, o un rato después, pero desde luego, no en ese momento. Estabamos demasiado ocupados gritando nosotros como para hacer caso a lo que decía Camacho.

Que noche, madre mía. Que noche.